Tuesday, July 21, 2009

Se siente diciembre en pleno julio

Diciembre. El mes más esperado del año. Un mes de conclusión. Un mes de celebración. Un mes de alboroto cuando no se cabe en las calles de Panamá porque este mes la mayoría de la población gasta sus quincenas de manera desinteresada comprando regalos para sus familiares y/u organizando una buena despedida del año que está pronto por finalizar.

Hay varias maneras en las cuales podemos reconocer que diciembre ha llegado. Sale a relucir con el cambio de página del calendario, nos lo indica el frenesí de pereza en los estudiantes escolares, nos lo podrá contar un niño ansioso por la llegada de Santa Claus y, por supuesto, lo veremos. Lo veremos en su forma física. Lo veremos porque diciembre es un fenómeno que congestiona las calles, ocupa todos los estacionamientos, llena las tiendas e inunda los centros comerciales de multitudes con furia de compra.

Hoy es oficialmente un día de julio. El cambiar de página del calendario dará la entrada a agosto. Hay cierto frenesí estudiantil pero suficiente para ser calmado con dos semanas de vacaciones de medio año. Los niños todavía disfrutan sus regalos de la navidad anterior ya que todavía no han comenzado los anuncios de las jugueterías. Sin embargo diciembre está aquí. Está en las calles trancadas, en los estacionamientos ocupados, pero más que nada, en las calles. Diciembre está aquí, burlándose de nuestra habilidad para organizarnos, ya que usualmente en julio sólo se necesitarían entre 15 y 20 minutos para llegar a tiempo a nuestra destinación, pero en diciembre no. En diciembre se necesita un promedio entre 30 y 50 minutos; y este diciembre prematuro se burla y llena las vías de comunicación con cortas llamadas telefónicas que transmiten el mensaje" Voy un poco tarde, estoy en un tranque horrible". Y este tranque horrible es perenne, ya que a cualquier hora del día, sea en Ave. Balboa, Calle 50, Vía Israel, Vía Argentina, Vía España, La transístimca, o Tumba Muerto, lo podemos encontrar.

Puedo pensar en una razón a la cual se les puede atribuir esta llegada temprana de diciembre. Sin embargo esta razón es el producto de características que han resultado en eventos que han elevado a Panamá hasta un punto de apogeo; irónicamente.

Panamá es un istmo con entradas de dos océanos; es un país de estrechas relaciones con EE.UU. gracias a un Canal que esta en proceso de expansión y que continúan mejorándose con la firma de un Tratado de Libre Comercio; y es un paraíso natural que con la debida promoción turística ha podido brillar en cualquier Atlas. Dichas características y eventos combinados con incentivos tributarios para inversionistas extranjeros, legislación especial para pensionados, facilidad para ingreso al país y el notorio bajo costo de vida, han resultado en la entrada frecuente y deseo de residir en extranjeros de diversas nacionalidades. Esto a su vez ha contribuido con el auge económico que dio cabida al boom inmobiliario y arquitectónico del país.

Las razones mencionadas anteriormente son los cimientos del progreso en Panamá, sin embargo, se siente diciembre en pleno julio. Estamos tumbando (o vendiendo) lo viejo e inútil y edificando el futuro. Sin embargo se siente diciembre en pleno julio. Se están construyendo complejos inmobiliarios, docenas edificios residenciales, rascacielos, se está renovando Avenida Balboa, para no decir la ciudad entera; sin embargo se siente diciembre en pleno julio; y diciembre en pleno julio es claro signo de falta de visión, planificación urbana y de regulación gubernamental.

Es falta de visión porque estamos olvidando a las personas. El progreso es bienvenido porque un país próspero, es hogar de personas con mejor calidad de vida. Y mejor calidad de vida debe ser la principal, si no la única razón por la cual se desea el progreso. Y una buena calidad de vida esta compuesta por una serie de factores entre los cuales se encuentran: un trabajo estable que provee seguridad económica, una residencia capaz de proveer seguridad familiar y las condiciones públicas que aseguran las primeras dos.

Aunque este boom parezca ocuparse de los factores económicos y residenciales, es la falta de planificación urbana y regulación gubernamental, lo que ha dejado atrás las condiciones públicas. Entre las condiciones públicas puedo pensar en calles, aceras, estacionamientos, parques y acueductos. Digo que son estas condiciones públicas las responsables de preservar la seguridad económica y familiar porque en el peor de los casos un día lluvioso, sin los acueductos necesarios, se puede convertir en el último día de vida de un padre panameño, que puede ser atropellado al caminar por una calle sin una debida acera, cuando un conductor enfurecido por el tráfico trate de adelantarse un par de carros de manera ilegal, resultando en la colisión del transeúnte. Y muerto, ese padre panameño no podrá asegurar estabilidad económica para su familia.

La verdad es que ese es sólo un ejemplo. Sin embargo este boom arquitectónico debe tener presente las condiciones públicas. Porque dentro de los edificios que se han construido, se están construyendo y se construirán en los próximos 5 años, vivirán personas. Personas que manejan carros que ocupan espacio en las calles; personas que necesitan de aceras y acueductos decentes para esperar un bus sin peligro de colisión o sin la incomodidad de mojarse; personas que necesitan que un camión de bomberos pueda movilizarse por la ciudad en caso de un incendio; personas que tienen actividades a las que necesitan llegar a tiempo sin quedarse 15 minutos en un mismo semáforo; personas que necesitan que se tome en cuenta la organización y planificación de condiciones públicas.

El progreso con cimientos débiles se derrumba. Un país lleno de edificios y falto de condiciones públicas se paraliza. Si no empezamos a actuar ahora, ¿cuándo? Porque desde ya, se siente diciembre en pleno julio.

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